miércoles, 4 de febrero de 2009

Me había pasado días cerrando los ojos para recordar viejas reconciliaciones, era casi un rito de todas las noches, especialmente esos días en que fui al mar. Me relajaba tanto escuchar el ruido del mar que era como estar en casa escuchando la lluvia de ese invierno en que estábamos juntos y todo era perfecto. Sí, me sentía enamorada aún sin estarlo, me daba el tiempo de olvidar todo y revivir lo absurdo. Lo extraño es que ya desde ese momento me mentía, era triste abrazarte y sentirte tan seguro. Te engañaba y eso está claro.

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